Un cacique llamado Hucuyoa le quebró un ojo al colono Diego de Cuellar. Fue el mismo Cuellar quien reportó el incidente, en su Probanza de 1528. Las Relaciones o Probanzas de Méritos, eran documentos escritos siguiendo unos modelos legales estrictos, que narraban las “hazañas y méritos del peticionario y de sus antepasados en vistas a solicitar a la Corona recompensas materiales y simbólicas por sus honras y servicios.” Por eso, este relato de Cuellar tiene una estructura tan rara:
“2. Si saben que poco más o menos 20 años que vino a esta isla Don Cristóbal de Sotomayor… yo, el dicho Diego de Cuellar vine en compañía del dicho don Cristóbal y otros pobladores que… veníamos desde la Villa de Valladolid donde fue proveído la población desta dicha Isla.
5. Yten, si saben… que la primera población que el dicho don Cristóbal hizo fue el puerto de Guánica.
7. Yten, si saben que enviándome el dicho don Cristóbal [de Sotomayor] a recoger ciertos caciques para los pacificar y traer a servidumbre un cacique que se decía Hucuyoa… se puso en defensa y me quebró el ojo izquierdo”. (Moscoso)
Aunque el texto es un poco ambiguo sobre cuándo ocurrió el incidente, suena a que fue en la Villa de Távora, el primer poblado que estableció Cristóbal de Sotomayor en Guánica, antes de mudarla las orillas del río Guaorabo (hoy Río Grande de Añasco) a mediados del 1510, tomando entonces el nombre de la Villa de Sotomayor. De ser así, este suceso debió ocurrir casi un año antes de estallar la guerra de la rebelión indígena, el 3 de enero de 1511. También, nos deja saber que el cacique le quebró el ojo porque se rehusaba a ser encomendado.
Acerca del cacique Hucuyoa no tenemos más información. Sin embargo, Jalil Sued Badillo opina que él era el cacique Urayoán. Y no es un brinco muy grande pensar que este sea el caso.
La Real Academia de la Lengua Española se fundaría en 1711. En 1510, no existían reglas estandarizadas de gramática y ortografía, y en todos los documentos antiguos se observan palabras escritas de maneras distintas. Encima de eso, los españoles estaban traduciendo un idioma que no conocían, con letras que no fueron hechas para representar los sonidos de los idiomas amerindios. Por eso hay tantas discrepancias con los nombres taínos, dificultando en ocasiones saber de quién hablan. Además, como la caligrafía en esos textos casi ni se entiende, a veces las variaciones en los nombres surgen gracias a errores de transcripción.
En el caso de Urayoán, Moscoso identificó las siguientes variaciones: “Hulayoa, Huyaloa, Vruyoa, Haynyoa, Vrvyoa, Vrayoa”. Moscoso considera a Hucuyoa un cacique aparte, pero no es muy exagerado pensar que pudo ser una variación más.
Urayoán era el cacique de las tierras de Yagüeca, “uno de los pocos cacicazgos identificados directamente con un nombre” (Moscoso). Yagüeca también tiene variaciones en la documentación histórica, como Yahueca, “...Yagüecas, Yagüeya, Yagüeza y Jagueca/Yagueca” (Torrech). Según Rafael Torrech, “En todas las instancias, los estudiosos de la toponimia vinculan el topónimo a la abundancia de depósitos naturales de agua, en particular pozos o pozas de agua, también llamados “yagueyes o xagueyes” (pozas)”. Toponimia es la disciplina de la onomástica que consiste en el estudio etimológico de los nombres propios de un lugar.
Las tierras de Yagüeca, tradicionalmente las han ubicado en Mayagüez y Añasco, en el Valle de Añasco. Fue Iñigo Abbad y Lasierra, a finales del siglo XVIII, quien primero hizo la conexión, tal vez haciendo una inferencia por la similitud en los nombres. Francisco Moscoso concuerda, diciendo que Yagüeca debió quedar al oeste de la isla, especulando que el río Guaorabo debió ser su frontera al norte, y al sur el río Yagüez, el cual pasa por la ciudad de Mayagüez.
Por otro lado, Jalil Sued Badillo, basándose en la toponimia, opina que Yagüeca debió ser en Adjuntas, donde, al día de hoy, existe un barrio llamado Yahuecas. Nos dice que es el único lugar en PR con ese nombre, aunque Torrech señala que también es el nombre de un sector en el Barrio San Martín el Luquillo. En el pasado, el barrio Yahuecas se extendía hasta Lares. Si Yagüeca estaba en Adjuntas y Lares, Urayoán más cerca de los primeros sucesos de la conquista. Estaba justo al norte del Cayabo, el asiento de Agüeybaná, que se extendía desde Guayanilla hasta Santa Isabel y estaría más cerca de la Villa de Távora en Guánica.
En relación a otro cacique llamado Coxiguex, Gonzalo Fernández de Oviedo escribió “En la otra parte de Sanct German hacia el Sur, en la mesma costa del Poniente estan Mayaguex e Coriguex, rios, é mas adelante está la punta que llaman el Cabo roxo.”
Si el nombre de Mayagüex se estaba utilizando desde los inicios de la conquista, y dicho río estaba en la zona donde hoy se encuentra Mayagüez (cerca de Cabo Rojo), es posible que Yagüeca no sea el nombre antiguo de la región (que se transformó en Mayagüez con el pasar de los siglos), sino el de un lugar distinto. Tapia y Rivera postuló que el río Corigüex pudo ser el hoy llamado río Rosario
El río Yagüez, que asumo es el río Mayagüex, atraviesa el municipio, y el río Rosario, que termina al unirse con el río Guanajibo (marcando la frontera con Cabo Rojo), cruza Hormigueros y luego traza la frontera entre Mayagüez y Maricao. Este río nace en la Sierra de Urayoán ubicadas “en la parte de la Cordillera Central entre Mayagüez, Añasco, Las Marías y Maricao” (Torrech). Moscoso por ende, ubica a Coxiguex posiblemente en la zona de Hormigueros/San Germán, proponiendo que pudo estar vinculado al río Hoconuco donde el conquistador Luis de Añasco tuvo unas minas que vendió en la primera década de la conquista. Ahora, por el momento no tenemos documentación atando a Coxiguex con el Hoconuco.
¿Será posible que tengamos a estos dos caciques invertidos y que fuera Coxiguex el cacique de las tierras que hoy llamamos Mayagüez y Urayoán el de partes de Adjuntas y Lares? Y, si asumimos que el nombre de la Sierra de Urayoán se remonta a los tiempos de la Conquista, detalle que desconozco,¿se extendería Yagüeca aún más, hasta Las Marías?
El río Guaorabo (río Grande de Añasco), se extiende desde Añasco hasta Las Marías, marcando la frontera con San Sebastián. Llegando a Lares se divide en dos ríos más, el Prieto y el Blanco. El río Prieto llega casi a Adjuntas, y el río Blanco llega a Adjuntas y pasa por el Barrio Yahuecas. En el siglo XVI, la isla era toda montaña y bosque y la mejor manera para viajar de un lugar a otro sin perderse, era siguiendo los ríos. Esto nos lleva a Diego Salcedo.
Es Oviedo quien nos relata esta historia en su Historia general y natural de las Indias. Según él, como los borincanos habían escuchado de la conquista y las guerras en La Española, llegaron a creer que los españoles eran inmortales, porque era la única manera que podrían dominar una isla tan grande y tan poblada. Pero, nos dice que los taínos no tenían ninguna intención de dejarse dominar por tan pocas personas y “querían procurar su libertad y no servirlos.” Agüeybaná convocó a los caciques para un areyto secreto y decidieron que antes de rebelarse, tenían que saber que podían matar al enemigo. Al cacique Urayoán le tocó averiguarlo.
Sucedió que un “...mancebo, que se llamaba Salcedo”, cuyo primer nombre nunca se menciona (hubo un teniente Diego López de Salcedo, en Santo Domingo, pero es otra persona), pasaba por Yagüeca. En el poblado, le dieron de comer, “mostrándole mucho amor”. Entonces, Urayoán ordenó a 15 o 20 hombres que asistieran al joven en su viaje para ayudarlo a cargar su ropa y mostrarle cortesía. Como lo trataron tan bien, el joven se sintió muy seguro de aceptar la asistencia y partió en su viaje con los acompañantes taínos.
Eventualmente llegaron al río Guaorabo, “que es á la parte occidental, y entra en la bahia en que agora está el pueblo é villa de Sanct Germán”. En el momento en que Oviedo escribió la Historia general, San Germán estaba en Añasco, pero en los tiempos del suceso, allí estaba la Villa de Sotomayor. Ahora, Oviedo no dice que esto ocurrió en esas tierras, sino que explica que el río desembocaba allí.
Pero seguimos. En el río, los taínos ofrecieron cargar a Salcedo para que no se mojara y él accedió. Aquí Oviedo comenta “...holgó dello, que no debiera, siquiera porque demás del peligro notorio, en que caen los que confían de sus enemigos, se declaran los hombres que tal hacen por de poca prudencia.” En otras palabras, Salcedo se guilló de bruto.
A mitad del río, lo ahogaron. Llevaron su cuerpo a la orilla y se quedaron en observación por si despertaba de la muerte, diciendo “Señor Salcedo, levántate y perdónanos: que caymos contigo, é yremos nuestro camino.” Tres días después, el cuerpo ya se podría y olía mal, pero esperaron unos días más antes de darlo por muerto. Entonces regresaron a Yagüeca y se lo contaron a Urayoán, quien entonces cada día enviaba a alguien a inspeccionar al occiso. Eventualmente, el mismo cacique fue a examinarlo y “le vieron mucho más dañado é podrido á aquel pecador”. Fue entonces, que confirmaron la mortalidad del europeo y “de alli tomaron atrevimiento é confianza para su rebelion, é pusieron en obra de matar los chripstianos”.
Así es que Oviedo lo cuenta. Ahora, sabemos que los habitantes de ambas islas se mantenían en contacto, por lo que sería muy raro que los borincanos no se hubieran enterado de la mortalidad de los españoles antes. En 1493, Colón encontró el fuerte de Navidad en La Española quemado, y sus hombres muertos. En el 1495 ahogaron a unos españoles en el río Yaque (también para supuestamente confirmar su mortalidad). En la Vega Real murieron muchos españoles. Estos son solo algunos ejemplos. Los taínos sabían que los españoles no eran dioses. Y, si Hucuyoa era, de hecho, Urayoán, sería más raro todavía que luego de atreverse a quebrarle un ojo a un colono, y lograrlo, tuviera miedo de que fueran inmortales. Francisco Scarano nos dice que “...la acción parecería un grito de guerra taíno y no un experimento...” y aún otros historiadores opinan que este suceso nunca ocurrió.
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Referencias:
-Carolina Jurado, M. “«Descendientes De Los Primeros». Las Probanzas De Méritos y Servicios y La Genealogía Cacical. Audiencia De Charcas, 1574-1719.” Revista De Indias, 2014, pp. 387–422.
-Fernández de Oviedo, Gonzalo. La Historia General y Natural De Las Indias. Real Academia De La Historia, 1851.
-Moscoso, Francisco. Caciques, Aldeas y población taína: Puerto Rico 1492-1582. Academia Puertorriqueña De La Historia, 2008.
-Moscoso, Francisco. “La Conquista Española y La Gran Rebelión De Los Taínos.” 10 Aug. 2011.
-Robiou Lamarche Sebastián. Taínos y Caribes: Las Culturas aborígenes Antillanas. Ed. Punto y Coma, 2009.
-Scarano, Francisco A. Puerto Rico: Cinco Siglos De Historia. McGraw-Hill, 2016.
-Sued Badillo, Jalil. Agüeybaná El Bravo: La recuperación De Un símbolo. Ed. Puerto, 2008.
-Torrech San Inocencio, Rafael. “Barrio Yahuecas, Adjuntas.” El Sur a La Vista, 25 Apr. 2010.
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