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Writer's pictureAndrés Sanfeliú Cruz

Lo que pudo ser: la historia del Capitolio de Puerto Rico



El Capitolio de Puerto Rico
El Capitolio de Puerto Rico

Lo que pudo ser: la historia del Capitolio de Puerto Rico- por Andrés Sanfeliú Cruz


Desde los inicios del Siglo XX estaba claro que el edificio de la Diputación Provincial, que se había convertido en la sede de la Cámara de Delegados, era inadecuado para sus nuevas funciones. En 1907, Luis Muñoz Rivera propuso una ley para celebrar un concurso de diseño, con un presupuesto de $50,000 estaban para el certamen y $250,000 para la construcción. En total costaría $300,000, cantidad que en aquel tiempo valía mucho más que hoy día. En fin, la ley se aprobó.


Para el edificio, se escogió un terreno donde había “un hospitalillo para los residentes pobres de Puerta de Tierra” (Vivoni). Era un solar grande, en un promontorio con buena ventilación. No he podido encontrar información del hospital, más allá de una referencia a uno que se construyó en 1887 en Puerta de Tierra a raíz del desarrollo del tranvía de Ubarri. Me parece que es el mismo, pero no estoy seguro.


Un total de 139 firmas participaron del certamen. De estos, “tres o cuatro de arquitectos españoles, dos o tres de arquitectos puertorriqueños, dos de arquitectos cubanos, uno de un canadiense, y los restantes pertenecen a los americanos.” Sin embargo, según el portal Historia de Puerta de Tierra, no se ha podido encontrar evidencia de diseños sometidos por firmas españolas.


En 1908, los diseños del capitolio se presentaron al público en una exhibición. Para escoger los ganadores, la Comisión del Capitolio “designó una Comisión Técnica compuesta por tres arquitectos norteamericanos” (Vivoni). El hecho de que en esta comisión no hubiera un solo boricua causó una gran controversia. Muñoz Rivera expresó la necesidad de incluir arquitectos de PR, y como consecuencia se le hizo acercamientos a tres ingenieros puertorriqueños. Todos declinaron la oferta “alegando que responsabilidades ya contraídas no le permitían participar” (Vivoni).


Los descontentos alrededor del proyecto crecieron. Se llegó a cuestionar hasta la necesidad de invertir tanto dinero en un capitolio que en vez se podía usar para otras cosas, como construir escuelas y mejorar las condiciones de los maestros. Otros cuestionamientos alrededor de los fondos giraban alrededor del potencial para procesos corruptos. Como señala Vivoni, se El Boletín Mercantil se reportó que "en Pensilvania los contratistas habian sido acusados de defraudar al Estado al obtener grandes sumas para edificar y amueblar el Capitolio, y advertia de posibles conflictos de intereses y corrupción en el proceso de edificar un capitolio".


Diseño ganador del Capitolio, por Frank Perkins
Diseño ganador del Capitolio, por Frank Perkins

De los 139 diseños, se eliminaron 103 que no llenaban los criterios. Luego de un complicado proceso, finalmente se escogieron los ganadores. En 1er lugar, estaba el diseño de Frank Perkins, 2do lugar fue a James H. Ritchie y Lewis B. Abbot y el 3er lugar a Henry R. Biddle. 


Sin embargo, hubo otro diseño que fue muy popular y era el favorito de Muñoz Rivera. Este fue diseñado por el arquitecto arecibeño Rafael del Valle Zeno. Del Valle a través de su carrera diseñó muchas estructuras importantes, como por ejemplo el Auxilio Mutuo y el Antiguo Casino.


Su diseño fue descalificado del concurso porque incluyó un lema en el plano, cosa que estaba prohibida por las reglas. El lema era la palabra “LEX”. Del Valle Zeno explicó, “Es práctica corriente, con el objeto de ocultar el nombre de los autores… el colocar en ella un lema, que se escribe también en un sobre cerrado cuyo interior contiene el nombre del autor.” Los reclamos no llegaron a nada. El diseño quedó fuera. 


Diseño del Capitolio de Puerto Ricopor Rafael del Valle Zeno
Diseño del Capitolio de Puerto Ricopor Rafael del Valle Zeno

De todos modos, cuando se cotizó la construcción del diseño seleccionado, se dieron cuenta que sobrepasaba el presupuesto establecido, y el proyecto se paralizó. No fue hasta 1919, que se retomó el proyecto, pero se decidió que se necesitaba un diseño nuevo. En parte era porque el diseño ganador era de ladrillo y bloques. Luego de los terremotos de 1918, ya ese tipo de estructura no se consideraba segura. Vivoni además argumenta que los cambios provocados por la Ley Jones de 1917 fueron otro factor importante.


Bajo los arquitectos Adrian C. Finlayson, Francisco Roldán y Pedro A. de Castro se hizo un nuevo diseño al estilo del Renacimiento Español. De Castro también es conocido por diseñar el Castillo Serrallés y la Casa España, y Roldán por el Ateneo Puertorriqueño, González Padín y Oso Blanco.


En 1921 se comenzó la construcción. Sin embargo, ese mismo año llegó un nuevo gobernador, Emmet Montgomery Reilly, y bajo su administración se paralizaron casi todas las obras públicas. En el caso particular del Capitolio, la construcción de detuvo luego de construir la primera planta del edificio. Eso se debió en parte a las inquietudes políticas de la época y en parte porque el Departamento de lo Interior tenía que terminar los planos. Además, ese año renunciaron los tres arquitectos al mando del proyecto. Al poco tiempo Finlayson murió. 


Diseño del Capitolio de Puerto Rico por Finlayson, Roldán y De Castro
Diseño del Capitolio de Puerto Rico por Finlayson, Roldán y De Castro

No sería hasta que llegó el próximo gobernador en 1923, Horace Mann Towner, que se volvió a retomar el proyecto. Ahora bajo la dirección de Rafael Carmoega, el primer Arquitecto del Estado puertorriqueño, se produjo un nuevo diseño. Este se construiría continuando las obras que ya estaban hechas, osea que algunos aspectos ya estaban predeterminados, porque tenía que acomodarse sobre la primera planta. 


Plano del Capitolio por Finlayson, Roldán y De Castro
Plano del Capitolio por Finlayson, Roldán y De Castro

Este último diseño, se parecía un poco al ganador del certamen de 1907. Tenía un estilo clásico romano, parecido al de los capitolios estadounidenses. Según Vivoni, fue por los ideales del gobernador, que el nuevo diseño siguió el modelo típico de los Estados Unidos. Towner insistía en la igualdad de los puertorriqueños y los estadounidenses, “el aparentemente inevitable destino de la isla como estado federado y las nuevas alianzas políticas de la época” (Vivoni).


El diseño del cuerpo central se basó en la Biblioteca Low en la Universidad de Columbia. El capitolio sería el primer edificio en Puerto Rico en revestirse con mármol. Todo el mármol utilizado se importó de EE.UU. y Europa. El costo de este material, sumó un total de $450,000. El arquitecto W. Noble llegó a proponer que se utilizara mármol de Puerto Rico, sin embargo esto no llegó a nada. Aunque inicialmente se estableció un presupuesto de $1.1 millones para la construcción del Capitolio, luego se aumentó a más del doble, alrededor de $2.5 millones.


El nuevo diseño, fue criticado por muchos por tener un estilo que “no pertenecía en un lugar tropical” (Vivoni). El arquitecto Antonín Nechodoma, por ejemplo, comentó:


“Nuestro capitolio, ahora en construcción, es una composición de virtudes todavía más austeras, pues es una réplica, con desviaciones, de todos los otros capitolios en los Estados Unidos…Es meramente un bosque de pilares corintios, una milla o más de barandas y comisas, alrededor de dieciséis jarrones, e interminables perogrulladas en el diseño y "clichés" en la ornamentación. Está provisto de la cúpula acostumbrada, y en su cima se construyó lo que parece ser un pabellón de baile o el monumento corágico de Lisícrates”


Diseño del Capitolio de Puerto Rico por Rafael Carmoega
Diseño del Capitolio de Puerto Rico por Rafael Carmoega

Otro cambio grande de este diseño a los anteriores, fue la dirección de su fachada. Originalmente se había diseñado mirando al sur, en dirección a la isla de Puerto Rico y con su entrada mirando hacia la carretera central. Sin embargo, con el diseño final, el Capitolio apuntaría al norte. En la inauguración, Antonio R. Barceló expresó que "mirando al Norte, 'para que diga a lo que vengan de allá de todo lo que es capaz un pueblo pequeño en extensión, pero grande en el concepto que tiene de sí mismo". 


Aunque todavía el edificio no estaba terminado, se inauguró el 11 de febrero de 1929. Durante la ceremonia se enterró en los cimientos “monedas de todas las denominaciones” y un cofre que contenía el “acta del ceremonial del dia, una copia de la ley del Capitolio del 1907, una copia de la ley enmendada en el 1920 y ejemplares de la prensa diaria” (Vivoni). La ceremonia cerró con el himno de los Estados Unidos, tocado por la banda del Regimiento de Puerto Rico. También, por petición popular se tocó La Borinqueña.


“La forma final del Capitolio de Puerto Rico simbolizó los excelsos ideales de democracia representados por la cúpula, el pórtico, la rotonda y la simetría cameral, pero también incorporó, en su ubicación y orientación hacia el norte, la crisis de identificación que sumía al pueblo puertorriqueño”- Enrique Vivoni



 

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