Las primeras personas esclavizadas en llegar a América, eran lo que llamaban negros ladinos (que habían nacido, o crecido, en tierras españolas). Venían de Sevilla, donde tenían cierta libertad de movimiento por las calles, por ejemplo, para buscar otros menesteres en donde ganar ingresos para “compartir” con sus propietarios. Los primeros en llegar a La Española, y luego a Puerto Rico, eran por lo general los que consideraban en España “casta de negros soberbios, inobedientes, revolvedores e incorregibles...”
En el Caribe, vivían una realidad mucho más opresiva e inhumana a la que estaban acostumbrados en Sevilla. En las primeras décadas de la colonización, la avaricia desmedida por el oro, por hacerse ricos lo más rápido posible, significaba que los trabajos duros de minería conllevaban demasiadas horas. También significaba que no tenían suficiente producción de alimento para los trabajadores y lo que les proveían no era nada nutritivo. Por ende, muchos esclavos huían y se unían a los taínos alzados en los montes. A estos esclavos fugitivos les llamaban cimarrones. Luego dirían que uno de los problemas era que los negros ladinos estaban muy malacosumbrados a las libertades en Europa, por lo que recomendaban traer africanos directo del continente, a quienes consideraban más sumisos. Súper fucked up todo.
En el 1513, los taínos encomendados en las minas del Toa se rebelaron a causa de los maltratos y el hambre que sufrían. Tres años después, la situación no cambiaba. Bartolomé de las Casas habla en un memorial acerca de la “excepcional dureza de los oficiales reales” y las faltas a las Leyes de Burgos en cuanto a la alimentación de los indios.
Pero, en el 1514, cayó la gota que colmó la copa. Un huracán, el primero para muchos de los colonos, destruyó los pocos cultivos y mató a muchos indios. Comenzó un periodo de aún mayor escasez, y eso que ya las cosas estaban malas.
Ese año, en PR probablemente no había más de 100 esclavos negros todavía. Aparte de los abusos, en los meses antes del huracán, el gobierno estaba al garete. Le acababan de quitar el virreinato a Diego Colón (esto es todo otro revolú) y llegaba un nuevo gobernador, que traería un nuevo repartimiento de encomendados y esclavos. Ese año, en particular, hubo un periodo de descanso mucho más corto del normal entre temporadas mineras en Caparra y en San Germán fue más corto todavía. El huracán azotó, justo cuando empezaba el nuevo periodo de minería.
La historia del alzamiento negro en Puerto Rico se perdió en la historia. Una de las razones es que para aquel tiempo, la preocupación más grande eran las guerras con los taínos. Los esclavos negros aún eran muy bajos en número. El enfoque no estaba en ellos. Además, era preferible no reportar problemas con los esclavos negros, ya que los taínos se estaban muriendo (bueno, los estaban matando) y querían abogar para traer más africanos para poder continuar trabajando las minas. La primera mención del alzamiento ocurre en el 1515, en una carta de la Corona dirigida al gobernador Sancho Velázquez.
“...el daño que decís que han hecho los negros que andan alzados en la isla me ha desplacido; y pues ya habéis castigado a los culpables, de ahí adelante haced que en esa isla pongan a recaudo a los dichos negros, que razón sería que ahí hiciesen menos daño los esclavos que en La Española, pues es menos tierra y pues allá no se ha hecho lo que en esa isla, bien parece que es por mal recaudo…” (Y por si acaso, “recaudo” significa custodia o seguridad)
Sabemos que el alzamiento ocurrió en algún momento entre finales de septiembre y mediados de noviembre del 1514. Por los documentos del Juicio de Residencia (investigación que le hacían a todos los gobernadores al abandonar su puesto) se sabe que el gobernador Sancho Velázquez ahorcó a cuatro esclavos, de cuatro colonos principales, sin hacerles juicio. Lo más probable es que fueron los líderes del alzamiento. Y por el castigo dado, se piensa que durante el alzamiento se cometieron delitos graves contra la propiedad y las vidas de los colonos blancos (pobrecitos). Además, por las leyes y discusiones que se tuvieron en años siguientes, se puede asumir que fueron negros ladinos los insurrectos, porque la preocupación siempre giraba en torno a ellos.
Otro documento de 1518, de Fray Bernardo Manzanedo, un propulsor de la idea de traer esclavos de África, dice lo siguiente:
“En La Española poco es el peligro que hay en que vayan los dichos negros, siendo la cantidad dellos moderada, pero en la isla de Cuba y San Juan hay mucho más peligro, según lo que yo pienso; porque en Cuba hay mucha copia de indios y en la isla de San Juan, pueden entrar caribes todas las veces que quieren.”
Si pensaban que aquí había el peligro de un alzamiento era por algo. Claro, el fraile se equivocó. En el 1522 hubo una rebelión de esclavos mucho más grande en La Española. Esa es la que se lleva más atención en la historia, ya que coincidió con el alzamiento del cacique Enriquillo y ocurrió en la propiedad del virrey Diego Colón. Aquí en Puerto Rico habría un segundo alzamiento en 1531.
Nada le daba más miedo a los colonos que la posibilidad de un alzamiento de esclavos. Años después sus números serían más grandes que los de los blancos libres. Sabían que toda su estructura social y económica dependía de la labor forzada de estos hombres y mujeres. Los cimarrones, por ende, eran el recuerdo presente, de que en cualquier momento su poderío podría colapsar.
No puedo dejar de pensar en los eventos recientes en Estados Unidos, con George Floyd y todas las muertes de personas negras inocentes a manos de los policías. Aquí los dejo con una última cita de Jalil Sued Badillo, de su libro Puerto Rico Negro, en colaboración con Ángel López Cantos (dos de mis historiadores favoritos). Creo que le da un contexto histórico importante a todo lo que está pasando ahora. En ese libro pueden encontrar toda esta información en mucho más detalle, al igual que mucho, mucho más acerca de la historia de los africanos en Puerto Rico.
“El Nuevo Mundo exigió nuevos mecanismos para sostener en el poder las viejas formas de la iniquidad… El temor fue guía más consecuente del colonizador que la costumbre que traía consigo y en eso radicó la violencia que tanto caracterizó el proceso de poblamiento y ocupación del espacio americano.”
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Mi libro Ramitas: cuentos fantásticos en la isla de San Juan Bautista, disponible en eBook y versión impresa.
REFERENCIAS:
Sued Badillo, Jalil, and Angel Lopez Cantos. Puerto Rico Negro. Editorial Cultural, 2007.