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Writer's pictureAndrés Sanfeliú Cruz

El secuestro de San Juan (parte 1)

Updated: Dec 11, 2023

La insurrección de los artilleros de 1855


“…[en] la noche del 13 de Abril, estalló una rebelión en el castillo de San Cristóbal… que yo logré calmar con admiración y aplauso de aquellos habitantes… pero llegada a Madrid la noticia… la anunciaron algunos periódicos de la manera más injustificable, con interpretaciones y detalles gratuitos y con inexactitudes, que rechazaba el simple sentido común, sin que ni una sola rectificación apareciera...”

- Andrés García Camba (1856)

Cañón disparando a Viejo San Juan desde el Castillo San Cristóbal
El motín de los artilleros de 1855

Un poco después de las 8 de la noche, el 13 de abril de 1855, cuatro oficiales llegaron a la casa del coronel Francisco Zacaguini, quien era el comandante del departamento de artillería, para notificarle que la brigada de artilleros en el Castillo San Cristóbal se había sublevado y que no sabían la razón. Los oficiales no habían podido entrar al Castillo porque los rebeldes les empezaron a disparar cuando lo intentaron. El coronel decidió entonces ir a San Cristóbal para atender la situación. Entre la gritería de los artilleros y los disparos, nadie se enteró que él estaba allí. Eventualmente escuchó a alguien que gritó “no tirar” y aprovechó ese alto al fuego para subir la rampa. La puerta del Castillo estaba abierta y pudo entrar. El coronel Zacaguini logró conversar con el jefe de la brigada y le dijo que le comunicaría sus reclamos al gobernador. Luego de conversar, acompañado de un ayudante y un artillero, Zacaguini salió para discutir la situación con el gobernador lo que le había dicho el jefe. Los artilleros exigían que se les concediera dos años de rebaja de servicio. Pero, ¿por qué los artilleros reclamaban esto? y ¿cómo llegó la situación a este punto?


El reclamo


En el verano de 1854, en España ocurrió una sublevación militar y civil conocida como la Revolución Española de 1854 o La Vicalvarada. Este suceso marcó el inicio del llamado Bienio Progresista en España. Una de las cosas que surgió de esta revolución fue un Real Decreto que se promulgó el 11 de agosto de ese año, que le redujo dos años al servicio a “todos los individuos de la clase de tropa” (Hostos) del ejército en España. Sin embargo, esta orden no se extendió a las colonias. Solo aplicaba a los soldados de la Península.


Regimiento Fijo de Puerto Rico, por José Campeche
Capitán del Regimiento Fijo de Puerto Rico

Para este tiempo, hacía ya cuatro décadas que el ejército la isla no contaba con militares puertorriqueños, luego de la eliminación del Regimiento Fijo en 1815. Este regimiento se abolió como represalia, ya que muchos puertorriqueños se opusieron a ser enviados a Venezuela a luchar contra los revolucionarios. Además las “insurrecciones hispanoamericanas generaron en Madrid una paranoia…que llevó a la Corona a sospechar de cada criollo, considerándolos a todos como conspiradores potenciales” (Flores, Lugo, Cruz). Sumándole a esto la abolición de las Milicias Urbanas, que ocurrió en 1855 (o posiblemente 1860) Héctor Andrés Negroni nos dice que los “puertorriqueños quedaron reducidos a prisioneros dentro de la isla”. Como veremos con esta historia, no es exagerado pensar que los sanjuaneros se sintieran así.


La gran mayoría, sino todos los militares en San Juan para 1854 eran españoles y a muchos de ellos les “disgustaba el servicio fuera de España”, según nos dice Adolfo de Hostos. Hay que tener en mente que las condiciones de vida para los militares en Puerto Rico no eran muy buenas. Aunque tal vez se pueden encontrar periodos en la historia de la isla donde la cosa estuvo mejor, en términos generales esta fue la situación por siglos. Por eso, no debe sorprender que a los soldados en San Juan les supiera a mierda la noticia de que la rebaja de años de servicio otorgada a los militares en la Península no se aplicaría en la isla.

Entre los soldados de la brigada de artillería en el Castillo San Cristóbal, este descontento comenzó a tornarse violento. En respuesta, las autoridades empezaron a imponer restricciones para tratar de controlar la situación. Les preocupaba que el revolú que estaban formando los artilleros se extendiera hasta la infantería. Por eso, le prohibieron a los artilleros que salieran a las tiendas y los cafés de la ciudad. Además, ordenaron que la brigada de artillería no se pudiera comunicar con los regimientos de infantería y viceversa.


El 28 de septiembre, el gobernador Fernando de Norzagaray recibió una carta anónima de las tropas de la guarnición exigiendo que la rebaja de dos años de servicio se aplicara en Puerto Rico, “so pena de pasar por las armas al propio gobernador y a los jefes de la Plaza y de entregar la Isla al extranjero.” (Hostos). Si les interesa leerla, aquí les comparto la carta completa:


“Excmo. Gr.


Siendo sabedor que las tropas de la guarnición están muy quejosas sobre no dar los años de rebaja, sabiendo que ha venido la orden por el general D. José de la Concha, y por tal motivo dicen que V. E. trata de ocultarlo, a ver si puede pasar sin manifestar nada; pero, sepa V. E. que la tropa está no más aguardando si en España se ha dado e inmediatamente lo sepan, y aquí V. E. no los da, ya puede figurarse que habrá una gran revolución, cuando principalmente los jefes de la Plaza ya pueden contar que van a morir todos, y V. E. el primero inmediatamente, si no se puede lograr el poder de gozar de las mismas gracias que goza la demás tropa que está sirviendo a S.M. lo mismo que nosotros, y se entregará este punto al extranjero; ya sabemos que si nos sale en mal será la perdición de todos cuantos nos hallamos en el compromiso, pero sepa V. E. que todos cuantos tratamos de hacer la operación seremos muy gustosos de morir, tanto si morimos peleando contra los que hayan tenido la culpa de no darnos lo que nos pertenece, como si nos sale mal de sufrir el castigo que se nos imponga por orden de su Real Majestad; nosotros, no es por levantar el orden público, sino por los dos años de rebaja que queremos seguir las mismas órdenes que tiene nuestra España, porque nosotros estamos gustosos de servir a S. M. y defenderla hasta perder nuestras vidas, pero queremos que nos correspondan lo mismo que a los Regimientos de España, porque siendo los demás Regimientos preferidos y nosotros no, eso sería una infamia porque todo es un Ejército Español, y debe preferirse lo mismo que todo; y además, que vale servir más diez años en España que seis en Ultramar, porque esto aún depende de la Inquisición, que antiguamente se usaba. Sepa V. E. que la tropa en que más confianza tenga, aquella será la que mas en contra sera, porque la Artillería mucho tiempo que está con el pie en el aire, igualmente la Infantería, porque aunque nos haya privado de entrar en las tiendas y de no hablarse la Artillería con la Infantería, por eso no falta comunicarle el modo que mejor podemos obrar, lo advierto por el bien de V. E. para que no le venga de nuevo, si por casualidad nos levantarnos, que será muy regular porque después de estar en la zaragata no le valdrán ruegos ni cumplimiento.”

- (Anónimo)

Retrato de Andrés García Camba
Andrés García Camba, 1853

El 29 de septiembre Norzagaray le envió una carta a las autoridades de Madrid para explicarles la situación y recibir órdenes de cómo proceder. El 28 de octubre, llegó la respuesta diciendo que las rebajas no aplicaban a los territorios de ultramar porque solamente aplicaban al ejército en la Península. La carta tiene un montón de palabrería, pero básicamente la respuesta fue así de tautológica. Fue más o menos durante este periodo que Norzagaray se enteró que había sido relevado de su cargo. El 31 de enero de 1855, el nuevo gobernador Andrés García Camba asumió el puesto. A García Camba le tocaría bregar con el peo que se iba a formar.


Para empeorar las cosas, el 27 de agosto un decreto extendió la rebaja de dos años a la Marina de Puerto Rico, pero no al resto de los militares. La noticia de este decreto no se envió hasta el 17 de enero de 1855, y no llegó a la isla hasta el 22 de febrero, cuando el barco de vapor Conde de Regla llegó a San Juan desde Cuba. Sin embargo, el gobernador García Camba escribió que él no se enteró de este decreto hasta que se precipitó el motín.


Teatro Municipal o Teatro Tapia, Viejo San Juan, Siglo XIX
Teatro Municipal, hoy Teatro Tapia

El 12 de abril, hubo una ceremonia oficial en la Catedral para bendecir las banderas de los tres regimientos y de la brigada de artillería. Luego de la misa, los militares pasaron al campo del Morro, donde hicieron un saludo de cuatro cerradas y en la noche, en el Teatro Municipal (hoy el Teatro Tapia), se hizo un baile nacional, donde asistió toda la guarnición al igual que los oficiales. Según lo describe el soldado José García Monzón en sus memorias, “estaba hermosamente iluminado y adornado con un gusto esmerado, formando el salón una elegante tienda de Campana compuesta por los colores nacionales”.


Pero ni siquiera esta grandiosa celebración podía borrar el hecho de que seguían pasando los meses y los artilleros no recibían una respuesta a sus reclamos. Me pregunto, además, si la actividad fue una de las pocas oportunidades que los artilleros tuvieron para comunicarse con los regimientos de infantería, dadas las restricciones que les habían impuesto. Sea como sea, esta noche resultó ser la calma antes de la tormenta.


El Motín


Castillo San Cristóbal en Viejo San Juan, Puerto Rico
Castillo San Cristóbal

El 13 de abril, un poco después de las 8 de la noche, la brigada de artillería se apoderó de las armas y asumió el control de las baterías y la puerta del Castillo San Cristóbal. Dispararon un fusil al aire, llamando a la infantería para que se les uniera en su alzamiento. Esta señal se suponía que fuera contestada igualmente con un disparo. En particular parece que hacían el llamado al regimiento de Valladolid. Había 2 regimientos más, el de Cádiz y el de Madrid. Sin embargo, los oficiales de estos 3 regimientos de infantería pudieron contener la situación y el disparo solidario de la infantería nunca se dio. Algunos periódicos en Madrid luego reportarían que a estos regimientos les prometieron los dos años de rebaja de servicio para que no se unieran al motín. Por mi parte, no he podido encontrar nada que confirme esta noticia. Además, el gobernador no tenía la autoridad para tomar esta determinación, por lo que me inclino a pensar que esto no es cierto.


Esa noche, los artilleros de San Cristóbal dispararon “los fusiles al aire y a las casas de la ciudad, y mientras daban vivas al general Espartero y a la reina, pedían a gritos que se les uniera la infantería” (Hostos). García Monzón nos dice que el fuego de la artillería duró desde las 8 hasta las 12 de la noche. Disparaban “fusiles, carabinas y cañones todo cargado con balas, excepto los cañones” (García Monzón).


Puerta de Santiago o Puerta de Tierra, Viejo San Juan, Siglo XIX
Puerta de Santiago

Hay que tener en cuenta es que San Juan era una ciudad completamente rodeada por murallas, con solo unas puertas que la conectaban con el exterior. A la caída del sol, se daba el toque de retreta, anunciando el cierre de las puertas hasta la mañana del próximo día. Según el historiador Adolfo de Hostos, todavía entrado el siglo XIX este sistema estaba vigente. El 13 de abril, en Puerto Rico, el atardecer empieza a las 6:40 y se hace completamente de noche a eso de las 7:50. A las 8, ya las puertas de la ciudad estaban cerradas, y los artilleros podían operar bajo la oscuridad de la noche. No escogieron la hora arbitrariamente, sino que esperaron al momento en que la población de la ciudad estaba atrapada dentro de sus murallas.


Dentro del castillo, el comandante de la brigada, el Coronel Joaquín García José y sus oficiales intentaban sin éxito poner orden en las tropas. En respuesta a la situación, el gobernador García Camba ordenó que 2 de los regimientos de infantería impidieran el paso de los rebeldes a la ciudad.


Polvorín del Fuerte San Gerónimo, Puerta de Tierra, San Juan, Puerto Rico
Polvorín del Fuerte San Gerónimo

Los artilleros se empezaron a quedar sin municiones así que enviaron un grupo de alrededor de 20 o 30 hombres al polvorín de San Gerónimo para buscar más. Los hombres salieron “por el subterráneo” (García Monzón), y lograron coger todo lo que necesitaban. Luego intentaron tomar el Fuerte San Antonio que defendía el puente. Pero un soldado del fuerte prendió las mechas de los cañones, parece que haciendo el aguaje de los iba a disparar. Con esto los rebeldes se retiraron.


Sin embargo, el Coronel Joaquín García pudo notificarle al gobernador de la maniobra y este en cambio ordenó que la compañía de granaderos de Valladolid “para que destruyera aquel proyecto, como lo consiguió en gran parte logrando la prisión de ocho artilleros” (García Camba). Aunque no pudieron arrestar a todos los artilleros en aquella misión, sí los obligaron a abandonar las municiones que habían obtenido.


Tarde esa noche, el gobernador se encontraba en la calle San Justo, cerca de la calle Luna, cuando el coronel Francisco Zacaguini, junto con un artillero armado se le acercaron. Según relata el propio García Camba, el coronel le aseguró “del mal estado en que sus soldados se encontraban, que a nadie más que a mi recibirían en el fuerte, que su pretensión se contraía a los dos años de rebaja. El artillero en nombre de sus compañeros me repitió igual manifestación, añadiendo que todos estaban resueltos a morir peleando si no se les escuchaba y atendía su petición.” El gobernador comenta que le llamó la atención el “aire resuelto” del artillero, pero que le dijo a este individuo que regresara al castillo a decirle al resto de los artilleros que él no iba a negociar con soldados amotinados. Según relata el gobernador “aunque en efecto regresó en seguida al fuerte, ya no le quisieron abrir ni le recibieron. Después supe por sus propios jefes que este artillero solía experimentar perturbaciones mentales.” Me pregunto si será cierto que el artillero sufría de algún trastorno psicológico, o si era una manera del gobernador decir que no había que hacerle caso, que era un “loco” ahí.


Con todo este revolú, se regó el pánico entre los residentes de la ciudad, quienes básicamente se encerraron en sus casas, “especialmente en las clases más inferiores y de color”, según relataría el gobernador después. ¿Era cierto que solo los grupos más marginados se encerraron? O, ¿era una manera del gobernador minimizar el impacto del motín, alegando que solo las personas que menos le importaban a las autoridades fueron afectados por el motín? No lo sé, pero se me hace muy difícil pensar el miedo no fuera más generalizado.


Viejo San Juan en el Siglo XIX
Vista de San Juan desde el Castillo San Cristóbal (Siglo XIX)

En la mañana del próximo día, el gobernador envió al coronel Zacaguini al castillo a ver si podía hablar con los artilleros o los oficiales y resolver algo. Había artilleros en los cañones de la parte más alta del castillo, la batería de El Caballero, cargados y apuntados hacia la ciudad.


Ya para este punto, hubo residentes que empezaron a abandonar la ciudad. El periódico madrileño La Época, reportaría luego que “La alarma había sido y era grande en Puerto-Rico, habiéndose salido de la ciudad más de dos mil personas, entre ellas toda la gente rica, y estando completamente paralizadas todas las operaciones comerciales.”


Zacaguini regresó sin haber podido resolver nada. Los artilleros insistían en hablar con el gobernador y este aún se negaba a tratar con amotinados. García Camba, a través de otro coronel, llamado Carlos Fidrich, les comunicó que si soltaban las armas y salían del Castillo, junto con sus oficiales, los recibiría “en la plaza vecina” y no les aplicaría penas corporales. Allí los recibió escoltado por dos regimientos de infantería. El gobernador les recalcó que habían cometido un crimen grave y les prometió una vez más que no sufrirían pena corporal por sus actos. Encerró a dos de las Baterías en el Arsenal de la Puntilla y otras dos en el cuartelillo de Santa Bárbara. Aparte de mucho descontento de parte de los artilleros hacia la infantería por no haberse unido a su reclamo como habían acordado previamente, el proceso se dio sin problemas. Ya con esto se daba por terminado el motín, pero el miedo no sería aplacado tan fácilmente.

Ese mismo 14 de abril, apareció por el Arsenal de la Puntilla un artillero borracho y armado, “en ademán amenazante” (Hostos), gritando que estaba allí “para defender a sus compañeros”. El artillero disparó su mosquetón contra un sargento de guardia, pero al arma le “faltó el pistón por dos veces” (García Camba). El sargento le disparó para atrás, pero tuvo el mismo problema con su arma. Entonces, un infante de la guardia le disparó al artillero. La bala le atravesó el pecho, y siguió por ahí, hiriendo también la pierna de un marinero que estaba cerca. El artillero murió, por si acaso. “Este desgraciado incidente aumentó la alarma irremediablemente y comenzó una emigración espantosa, que nada era capaz de calmar, apoderándose de los ánimos el más terrible pánico.” (García Camba).


La población de la ciudad huyó en masa hacia los campos. Al próximo día, todavía “huía la gente precipitadamente en toda clase de vehículos y sobre toda clase de monturas, a pie, y, a través de la bahía, en embarcaciones de vela y remos” (Hostos). Todo este desorden, ocasionó varios accidentes. Tres mujeres negras y un bebé murieron cuando un bote que salió de la isleta se volcó. No sé si estas fueron las únicas muertes durante la evacuación, pero son las únicas que García Camba menciona. Hostos señala el hecho de que el pánico tuvo más muertes que el motín, donde solo murió el artillero mencionado y hubo dos heridos (a uno de ellos, me sospecho que fue el marinero, le tuvieron que amputar la pierna).


Las noticias del motín de los artilleros tomaron casi un mes en llegar a España. Pero cuando llegó, el suceso se estuvo reportando en muchos, sino todos los periódicos en Madrid, por varios meses. Algunos de ellos reportaron que había una posibilidad de que el motín formara parte de una revolución más grande....


Pero nada, de eso les cuento en la segunda parte de esta historia: https://www.elcayito.com/post/el-secuestro-de-san-juan-parte-2

 

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Fuentes:


-Impresas:

-Historia Militar de Puerto Rico, de Héctor Andrés Negroni

-Historia de la Insurrección de Lares, de José Pérez Moris

-Gobernadores de Puerto Rico, de Tomás Sarramía Roncero

-Historia de Puerto Rico (Siglo XIX), tomo 1, de Lidio Cruz Monclova


-Digitales:

-Historia de San Juan, Ciudad Murada, de Adolfo de Hostos, https://www.larramendi.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1031915

-Levantamiento de los artilleros de la Isla de Puerto Rico, siendo Gobernador y Capitán General D. Andrés García Camba, por Andrés García Camba, en el Boletín Histórico de Puerto Rico vo. XIV, de Cayetano Coll y Toste, https://archivonacional.com/PL/1/1/1414

-Gaceta del Gobierno de Puerto Rico, 28 de julio de 1855, https://chroniclingamerica.loc.gov/lccn/2013201074/1855-07-28/ed-1/

-Insurrección ocurrida en el Castillo de San Cristóbal de Puerto Rico, Archivo General Militar de Madrid Sección de Ultramar del Ministerio de Guerra, Signatura 5595.05, https://archivonacional.com/PL/1/1/4869

-Mis memorias, o sea un recuerdo pasado y un presente recuerdo, de José García Monzón, http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000239328

-Levantamiento de los artilleros en la Isla de Puerto Rico, siendo gobernador y capitán general don Andrés García Camba, de Andrés García Camba, http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000119930

- Juicio de residencia al capitán general García Camba, https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/1321563

-Periódicos españoles en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/advanced

-El Parlamento, 10-5-1855, 16-5-1855, 30-5-1855, 21-6-1855, 24-6-1855, 27-6-1855, 30-6-1855, 1-7-1855, 3-7-1855, 12-8-1855, 19-8-1855, 21-8-1855

-La Fe, 10-5-1855,

-La Época, 9-5-1855, 29-5-1855

-El Genio de la Libertad, 15-5-1855, 6-6-1855, 23-8-1855,

-La Nación, 13-5-1855, 3-7-1855

-La Esperanza, 9-5-1855, 30-5-1855

-El Católico, 10-5-1855, 12-5-1855

-El Balear, 14-5-1855, 20-5-1855

-Diario de Palma, 14-5-1855

-La Iberia, 5-6-1855, 18-8-1855

-La España, 16-5-1855, 17-6-1855, 21-6-1855, 5-7-1855, 12-8-1855

-La Soberanía Nacional, 11-5-1855, 16-5-1855

-El Clamor Público, 10-5-1855

-El Ancora, 5-7-1855, 22-8-1855

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