Y Correa les siguió
Como una fiera matando.
Hasta que dentro del mar
Llegó á nadar su caballo.
-Manuel Alonso, 1846
Trasfondo
A través de la historia, desde la llegada de Colón, los conflictos europeos han tenido repercusiones serias en este lado del mundo, y Puerto Rico no es la excepción. En el año 1700, murió en España el Rey Habsburgo Carlos II quien, según nos dice Francisco Scarano, “fue uno de los monarcas más débiles e incompetentes que ocupara jamás el trono español”. Su reino, que comenzó en el 1664, marcó uno de los momentos más bajos en la historia de España, dejando a sus ejércitos derrotados, su economía arruinada, y su población debilitada por hambruna y epidemias. Además, hubo mucha inestabilidad política. La nobleza castellana asumió las riendas del poder, y el gobierno se llenó de funcionarios que solo estaban ahí porque tenían los chavos para comprar un puesto. Encima de todo esto, Carlos dejó que “otras potencias influyeran en la política española y que comerciantes extranjeros jugaran un papel decisivo en la vida económica del reino y de su Imperio.” (Scarano)
Carlos no dejó herederos directos, así que su muerte provocó una crisis de sucesión. Junto a Francia, la corte española nombró al borbón Felipe de Anjou, nieto del rey francés, como rey de España. Pero Inglaterra, Holanda, Alemania, Austria y Portugal, además de algunas provincias españolas, se opusieron a este nombramiento. Ellos favorecían en vez al archiduque Carlos de Austria. Así fue que comenzó la Guerra de la Sucesión Española, que duró desde el año 1700 hasta el año 1713. Al final, los españoles y franceses salieron victoriosos. Felipe de Anjou, también conocido como Felipe V, sería el rey de España.
Aunque la guerra se luchó principalmente en la Península, el conflicto llegó a nuestras costas. De 1702 a 1703, Puerto Rico sufrió por lo menos 5 ataques distintos de fuerzas inglesas y holandesas. El primero de estos conflictos, ocurrió en Arecibo.
El Capitán Correa
“Junto a la cuna de nuestro heroe no brotaron palmas ni laureles precursores de hazañas venideras, ni hubo augures que pronosticaran la futura gloria”.
-Cayetano Coll y Toste, Crónicas de Arecibo (1891)
Para el siglo XVIII el sistema de gobierno en Arecibo era a través de los Tenientes de Guerra. Los datos de los Tenientes de Guerra previo a 1708 no sobreviven, gracias a terremotos y huracanes que los destruyeron. Sin embargo, sabemos que para 1702, el Teniente a Guerra de Arecibo, era el Capitán don Antonio de los Reyes Correa. No conocemos su fecha de nacimiento, pero sí sabemos que murió en 1758, por lo que no debió tener más de 30 años al momento del ataque de 1702. También sabemos que estuvo casado con doña Estefanía Colón, quien murió en 1715, con quien tuvo por lo menos dos hijos y dos hijas.
Del ataque inglés en Arecibo, existen unas cuantas versiones. En este artículo, haré mi mejor esfuerzo de discutirlas.
Fray Iñigo Abbad y Lasierra
Según Fray Iñigo Abbad y Lasierra, español quien estuvo en Puerto Rico desde el 1771 hasta el 1778 (su obra, Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, fue publicada en 1788), el 5 de agosto de 1702 llegó a la costa de Arecibo una escuadra inglesa. A cargo de los 11 hombres que componían las milicias del pueblo, estaba el Capitán Don Antonio Correa.
Cuando el Capitán vio que los ingleses iban a desembarcar en la costa, abandonó su puesto. Los ingleses, viendo que los milicianos se habían retirado, desembarcaron en dos lanchas. En formación de columna, se adentraron al bosque.
Pero, el Capitán Correa y sus milicianos solo fingieron una retirada. Mientras los ingleses desembarcaban, los criollos se escondieron en el bosque donde tenían a sus caballos. El Capitán dio la orden a sus hombres de montar a caballo, con sus lanzas y sables “que son las únicas armas que usan” y entonces esperaron a los Ingleses “con frescura”.
El Capitán, en pocas palabras, animó a sus tropas “á vencer ó morir por su patria”. Los arecibeños se lanzaron al ataque “con tanto brío” que el enemigo quedó desconcertado y sin saber qué hacer. Los ingleses huyeron.
Según Abbad y Lasierra, el Capitán Correa “del primer golpe había muerto a 42 ingleses estropeado a muchos otros”. Asumo que se refiere a las milicias, y no que el Capitán solito mató a tanta gente. De todos modos, los criollos persiguieron a caballo a los ingleses hasta donde pudieron alcanzarlos en el mar, atacándolos hasta en las lanchas de retirada. Dejaron “muchos muertos y heridos en el bosque y playa”, sin contar los que se ahogaron y los que capturaron.
Aunque Abbad y Lasierra no menciona un número total de invasores, se desprende que fue una cantidad bastante numerosa, ya que murieron por lo menos 42 en tierra, otros en el mar y otros lograron escapar con sus vidas.
El autor concluye su relato diciendo que “hasta hoy se distingue en la familia del Capitán Correa que existe en esta isla”. ¿Será que la versión que Abbad y Lasierra recogió en su obra la escuchó directamente de los descendientes del Capitán? De ser así, tal vez esto explicaría las posibles exageraciones en su relato. Si no, también es posible que con los años la historia se haya agrandado en el imaginario popular y que eso fue lo que el fraile escuchó.
Salvador Brau
Salvador Brau nos dice, en su Historia de Puerto Rico (1904) que “Aunque poco adecuado este puerto para un desembarco por sorpresa…” el 5 de agosto de 1702, llegaron a la costa de Arecibo dos barcos ingleses; un bergantín y una balandra. En dos lanchas, desembarcaron 40 hombres armados con fusiles, al mando de un capitán.
Como los vecinos del área estaban esparcidos por “los hatos y cortijos”, solo pudieron reunir a 30 milicianos armados con lanzas y machetes en el pueblo. Al mando, estaba el sargento mayor de milicias, quien era el teniente a guerra interino, Antonio de los Reyes Correa y Nicolás Serrano, ayudante de una de las compañías.
Luego de que los ingleses rompieron fuego, los milicianos se lanzaron al ataque antes de que el enemigo pudiera recargar sus fusiles. Tan fuerte fue el ataque arecibeño, que en poco tiempo en el campo de batalla habían 22 ingleses muertos, incluyendo a su capitán, quien cayó a manos del propio Correa. El resto de los ingleses huyeron y los milicianos fueron tras ellos “rematando a lanzazos, dentro del agua, a diez más”. Los arecibeños lograron apoderarse de una de las lanchas enemigas. No pudieron capturar la otra ya que algunos de los ingleses lograron cortar el ancla de la otra y zarpar a tiempo.
Siete milicianos salieron heridos del encuentro, incluyendo al Capitán Correa, quien recibió un balazo y una contusión en la cabeza. El ayudante Serrano perdió un brazo por una bala. El sargento José Rodríguez y cuatro milicianos más fueron los otros heridos. Pedro de Alejandría murió poco después de sus heridas.
Cayetano Coll y Toste
Coll y Toste, en sus Crónicas de Arecibo (1891) también coincide en que los ingleses llegaron en un bergantín y una balandra, y aunque no nos dice un número de ingleses que desembarcaron, nos dice que estaban con un capitán y que se dirigieron a saquear el pueblo, “seducidos por el hermoso paisaje de nuestra vega, que les anunciaba su rico botín”. Nos cuenta también que los ingleses estaban confiados por su armamento superior y porque vieron a las milicias del pueblo que habían salido al encuentro “replegarse a los vecinos carrizales”.
Los ingleses entonces se adentraron “en las tortuosas veredas que surcan los médanos, montículos de arena cubiertos de jarales que defienden al poblado del oleaje”. Fue aquí que Correa y sus hombres atacaron a los ingleses con sus lanzas y machetes, y en poco tiempo derrotaron a los invasores, que Coll y Toste nos dice eran “ingleses por el traje que vestían y el pabellón enarbolado, pero piratas por los procedimientos planteados para saquear un débil caserío”.
Coll y Toste le dedica unos cuantos párrafos a contextualizar el significado de la hazaña, recordándonos que Arecibo no contaba con los fuertes y murallas de San Juan y que, de no ser exitoso el Capitán Correa, la isla pudo sufrir el mismo destino de Gibraltar y Jamaica a manos de los ingleses. También nos cuenta un poco de la vida del Capitán (esto se los conté al principio del artículo).
Eileen Y. Cruz Ramírez
En Arecibo: notas para su historia (1986), la autora provee un brevísimo relato del suceso. Cruz Ramírez cuenta que los ingleses llegaron en una balandra y un bergantín al mando del Almirante Whelstone, y que 35 hombres desembarcaron en la costa. El Capitán Correa reunió a 30 vecinos armados con picas y machetes, y como sabían que los ingleses tenían armas de fuego y mejor entrenamiento, tomaron “posiciones ocultas en las altas dunas de la playa cubiertas con vegetación” para así montar un ataque sorpresa. Dejaron que los centinelas ingleses avanzaran que luego se retiraron al escuchar los primeros disparos. Cruz Ramírez parece basarse primordialmente en la versión de la historia que nos cuenta Cayetano Coll y Toste.
Real Cédula Certificada
Alejandro Tapia y Rivera publicó en 1854 la Biblioteca Histórica de Puerto Rico, donde recogió muchos documentos históricos desde el siglo 16 hasta el 18. En esta obra, incluyó la Real Cédula de 1703, donde el Rey Felipe V premió a los milicianos de Arecibo. En este documento tenemos la información más temprana (que pude encontrar) y, tal vez, más confiable de los sucesos.
El rey escribe en respuesta a una carta recibida el 30 de agosto del 1702, donde cuenta los sucesos del 5 de agosto. Al inicio (antes de empezar la carta como tal) se menciona que el contador de la Real Hacienda de PR, Antonio París Negro fue quien recopiló el documento en 1704 y que “el folio no se pone por estar rompido el lugar en que le corresponde, rubricado." La carta comienza resumiendo los eventos de Arecibo. Como el lenguaje utilizado es tan denso, no me queda claro si esta primera parte la escribe el gobernador de Puerto Rico, o si viene de la Corona. Eso es súper mala mía.
De todos modos, la carta nos dice que: “…llegaron al puerto de San Felipe del Arecibo en esa jurisdicción dos embarcaciones, la una bergantín y la otra balandra de ingleses, quienes echaron dos lanchas con treinta hombres y un capitán,”. Osea que fueron 30 ingleses y un capitán, una cantidad menor a la que cuentan Abbad y Lasierra, Salvador Brau y Cruz Ramírez. Ese capitán inglés, nos dice el historiador Héctor Andrés Negroni, era el Almirante Whestone. Negroni también confirma el número de 30 ingleses más el dicho almirante.
La carta continúa: “...y habiendo hecho fuego sobre la guardia, acudió el teniente y capitán á guerra del referido puerto, nombrado Antonio de los Reyes Correa, con treinta hombres y un ayudante, y peleó con ellos logrando matarlos á todos, á los veintidós en tierra y á los demás en el agua, á donde se arrojaron tras ellos por haberse echado los ingleses á cojer las lanchas, de qué les quitaron una… ”. O sea los arecibeños mataron a todos los invasores, 22 en tierra y el resto en el mar.
Entonces, nos dice que “...que el capitán inglés lo mató el mencionado teniente y capitán á guerra.” Aquí confirma lo que nos cuenta Brau, que fue el Capitán Correa quien mató al Almirante Whestone.
Sobre los armamentos, confirma la disparidad que ambos Abbad y Lasierra y Brau nos cuentan “cuya operación ejecutaron solo con lanzas y machetes no obstante venir armados los enemigos de fusiles y espadas,”. Aunque Abbad y Lasierra nos dice que estaban armados con lanzas y “sables”, asumo que esta era su manera de referirse a los machetes.
La carta no entra en mucho detalle sobre los sucesos específicos del combate, aunque sí nos menciona que “...siguiendo los nuestros la empresa á nado con los machetes en la boca, y las lanzas en las manos, con modo de abordar á las embarcaciones grandes y apoderarse de ellas, no lo pudieron conseguir por haber los enemigos cortado los cables y levádose…”. Nuevamente aquí confirma parte de los sucesos que nos cuenta Brau y también Abbad y Lasierra. Sin embargo, en ninguna parte del documento menciona nada de que los milicianos se hayan escondido en el bosque, o entre las dunas costeras, ni que montaron una emboscada sorpresiva contra el enemigo. Claro, esto no necesariamente niega lo que cuenta Abbad y Lasierra o Coll y Toste, pero tampoco lo confirma.
La carta dice que los ingleses, al retirarse tan apresuradamente, dejaron atrás un ancla (me imagino que porque del barco cortaron el cabo para retirarse), la lancha mencionada, 32 fusiles y 24 espadas. Además la vestimenta de los ingleses muertos se rescató y repartió entre la gente que estaba allí. Si esto último les parece raro, es importante mencionar que en aquella época en Puerto Rico la ropa escaseaba bastante.
Aquí entramos en un punto cuestionable de la Real Cédula. Si los ingleses desembarcaron 31 hombres (30 más el capitán) en dos lanchas, y los arecibeños los mataron a todos, ¿cómo lograron los ingleses recuperar una de sus lanchas y solo abandonar una? ¿Será que en realidad desembarcó un número mayor y que fue 31 la totalidad de enemigos caídos? Sí, el documento no dice cuántos murieron en el mar, así que es posible que tal vez no lograron matar la totalidad de los 31 ingleses que desembarcaron. Sin embargo, creo que sería lógico asumir que el número que tenemos, es el número de cuerpos de las tropas inglesas que quedaron luego del combate. Otro detalle que apunta a la posibilidad de que el número de atacantes fue mayor, es que los 31 ingleses dejaron 32 fusiles. ¿Le da esto más credibilidad a la versión de Abbad y Lasierra, Brau o Cruz Ramírez?
Sobre las heridas, una vez más confirma lo que cuenta Brau. Correa recibió un balazo y un golpe en la cabeza, Nicolás Serrano quedó manco, José Rodríguez salió herido y Pedro de Alejandría murió poco después de sus heridas. No menciona otros heridos, aunque tampoco se puede decir que estos 4 fueron los únicos.
Resultado
Gracias al “valor de toda la gente de esa Isla, y el zelo con que se dedican á mi mayor servicio”, los defensores de Puerto Rico en estos años recibieron recompensas y honores de la corona española, particularmente quienes lucharon en Arecibo.
A Nicolás Serrano, se le concedió una patente con grado de capitán de infantería española. Además mantendría su plaza en el ejército, sin obligación a servir, y con sueldo y medio por el resto de su vida. Al Sargento José Rodríguez, se le concedió una patente con grado de alférez de infantería española. A la madre y las hermanas del difunto Pedro de Alejandría, ordenó que se les asistiera como se haría con la plaza de un soldado muerto, o sea, que se les pagara una pensión. Además, les otorgarían 100 pesos para los actos fúnebres. A todos los heridos en los combates de Arecibo, Loíza y Guayanilla, se les otorgaría una pensión de 8 ducados al mes. Además se les otorgaría a todos los combatientes una recompensa en dinero.
Al Capitán Correa, lo nombraron caballero de la Real Efigie, “destinada para los que han servido veinte años sin usar licencia, pues sus méritos y esfuerzo singular en la ocasión referida, lo califican por digno de semejante demostración”. Además, le concedieron el grado de capitán de infantería española y una paga de salario y medio por el resto de su vida.
Para entender la importancia del nombramiento de Caballero de la Real Efigie, podemos mirar a otro puertorriqueño que recibió esta medalla; el armador de corso Miguel Enríquez, en 1712. Sobre este honor, el historiador Ángel López Cantos nos dice que para cualquier “puertorriqueño del grupo que se autodenominaba noble o de distinción, tal honor hubiera supuesto un motivo de inmensa satisfacción para él y su familia”. La Medalla de la Real Efigie, traía también un privilegio muy codiciado en la época; el título de Don, propio de los caballeros e hidalgos. Claro, en el caso de Miguel Enríquez, mulato, hijo de una mujer esclava liberta, recibir tal título en el contexto de la época, tenía otros significados e implicaciones. Sin embargo, López Cantos comete un error en su libro al decir que “Hasta esas fechas, ni después, isleño alguno alcanzó tan elevada distinción”. No sé si algún otro puertorriqueño en nuestra historia llegó a recibir la Medalla de Su Real Efigie, pero por el momento, sabemos de dos.
Un detalle interesante y triste sobre la Medalla del Capitán Correa nos la cuenta Cayetano Coll y Toste. Habiendo recurrido a todos los descendientes que pudo localizar del Capitán en Arecibo, nunca pudo encontrar documentación o noticia de su fecha de nacimiento. Durante esta investigación, se enteró también que hasta la Medalla conmemorativa se había perdido, vendida a un prendero que se llamaba Juan del Carmen Urdaneta, más o menos por el año 1836. “Este tristísimo suceso lo callaríamos” escribe dice Coll y Toste, “sino fuera para sacar una deducción muy lógica: he ahí el estado moral en que se encontraba en esa época el pueblo puertorriqueño por falta de educación e instrucción: la asfixia del coloniaje”.
Al día de hoy, Arecibo es conocido como la Villa del Capitán Correa. Cierto es, que hay elementos de la historia contada por algunos que se han exagerado y otros que posiblemente sean ficción. Pero eso no le quita a su gesta, ni la de sus milicianos que lucharon por defender a su isla. Como este suceso hay muchos otros en nuestra historia y tal vez cabe cuestionarse, como me señaló un amigo historiador, por qué este es más recordado que los otros. No tengo una respuesta. No por eso es más pequeño este suceso, sino que más grande de lo que creemos es nuestra historia. Y tal vez es apropiado que la historia del Capitán Correa haya sido agrandada con los años, porque eso es lo que pasa cuando un héroe se convierte en leyenda. Si sus actos tal vez no se grabaron en piedra con lujo de detalles, lo que significaron sí.
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Fuentes:
-Abbad y Lasierra, Iñigo, et al. Historia Geográfica, Civil y Natural De La Isla De San Juan Bautista De Puerto-Rico. Doce Calles, 2011.
-Brau, Salvador. Historia De Puerto Rico. Editorial Edil, 2015.
-Coll y Toste, Cayetano. Crónicas De Arecibo. Salicrup y Co., 1891. Internet Archive, https://openlibrary.org/books/OL24997121M/Cr%C3%B3nicas_de_Arecibo. Accessed 27 Feb. 2022.
-Cruz Ramírez, Eileen Y. Arecibo: Notas Para Su Historia. Oficina Estatal De Preservación Histórica, 1986.
-López Cantos, Angel. Miguel Enríquez: Corsario Boricua Del Siglo XVIII. Ediciones Puerto, 1994.
-Negroni, Héctor Andrés. Historia Militar De Puerto Rico. Comisión Puertorriqueña Para La Celebración Del Quinto Centenario Del Descubrimiento De América y Puerto Rico, 1992.
-Scarano, Francisco A. Puerto Rico: Cinco Siglos De Historia. McGraw-Hill, 2004.
-Tapia y Rivera, Alejandro. Biblioteca Histórica De Puerto Rico. Imprenta De Márquez, 1854. Issuu, https://issuu.com/adelantereunificacionistas/docs/valerosos. Accessed 24 Feb. 2022.
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