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Writer's pictureAndrés Sanfeliú Cruz

De las encomiendas a la esclavitud (parte 3)

Updated: Oct 10, 2022

“Si ayer no teníamos documentación para sostener nuestras sospechas sobre el costo social de la conquista, hoy la tenemos y muy abundantemente. La colonización de la Isla ha tenido, desde sus mismos inicios, la explotación humana como su vertiente más consistente.”

-Jalil Sued Badillo, La mujer taína y su sociedad


Para 1492, en España había alrededor de 100,000 esclavos. Era una realidad de la época, pero una poco común. Aunque la esclavitud ha existido por milenios, para este tiempo en Europa solo se practicaba en España, Portugal y partes de Italia. Como señala Sued Badillo “No era una vieja institución europea, era realmente una nueva expresión de las culturas castellanas y portuguesas, como consecuencia directa de su expansionismo y espíritu guerrista.”


Colón vendió alrededor de 2,000 amerindios esclavizados en España. En 1498, la reina Isabel comentó “¿Qué poder tiene mío el Almirante para dar a nadie mis vasallos?” Ella cuestionaba la justificación de que los indígenas eran menos humanos. En una cédula del 20 de junio de 1500, ordenó liberar a todos los indígenas esclavizados en España y devolverlos a América. Según Monje Santillana “Puede afirmarse que la esclavitud fue abolida en España por la citada cédula de 20 de junio de 1500, permitiéndose su existencia sólo en tres supuestos: Antropofagia (1503), prisioneros de guerra (1504) y venta por parte de otras tribus que ya los tuvieran como tales (1506)...”


Isabel I de Castilla

Esta afirmación es puramente teórica, porque la esclavitud no dejó de existir ni en España, ni en América. Las prohibiciones que no llegaban a nada, se convertirían en un patrón, como veremos. Aún así, aunque parece que la reina Isabel sí tenía la intención de promover un trato justo a los amerindios, ese fervor murió con ella en noviembre de 1504, aunque tal vez no sin dejar una huella.


Las Leyes de Burgos de 1511, se promulgaron para proteger los derechos de los indígenas, pero no tuvieron mucho impacto. Fray Bernardo de Manzanedo, escribía que no se estaban cumpliendo las ordenanzas sobre la moderación del trabajo en niños, ancianos, mujeres paridas y preñadas. Reportó también que “... los maltratos a los indios son indecibles en las novedades de repartimientos”.


Por ejemplo, las Leyes de Burgos luego expandidas en Valladolid, dictaban que “Ningún vecino tendrá más de 150 indios ni menos de 40”. Pero, en 1514, Sancho de Arango (regidor del cabildo de Caparra), se quejaba de Sancho Velázquez (juez de residencia y oficial repartidor) que “... a quien quería aprovechar dábale 150 o 200 indios… ”


Y, aunque se requería que alimentaran a los encomendados, en 1515, el obispo Alonso Manso reportaba que “... murieron hartos indios así por la enfermedad que les causó la tormenta, como la falta de mantenimientos.” Por enfocarse en recoger oro, desatendieron la producción de alimentos. De 1510-19, se tuvo que importar casabe de La Española y Jamaica, y pescado barato de Sevilla. Los padres jerónimos denunciaron en 1517 “... antes de hacer labranzas comenzaron a coger oro, y después la codicia desto no les ha dejado hazer las dichas labranzas cuales convenía… ”


Bartolomé de las Casas

Fray Bartolomé de las Casas dedicó su vida a defender los derechos de los indígenas. En 1516, reportó que a los encomendados “... los maltratan, tomándoles las mujeres y los hijos y como los indios maltratados, por su limitación en cuanto a derechos, no podían servir de testigos… no se hace justicia.” No solo los indígenas sufrían abusos, sino que no tenían ningún poder para denunciarlos.


En su Memorial de Agravios, Las Casas escribió que “En la isla de San Juan es también necesario que el repartimiento hecho se deshaga, porque están allí unos disipadores y destruidores de indios, sin ninguna conciencia, ni virtud, ni temor a Dios”. Criticó a Lope de Conchillos y Ponce de León, diciendo “... los indios los arriendan e maltratan contra las ordenanzas y contra la disposición del testamento de la reina.”


El 21 de enero de 1518, el tesorero Andrés de Haro reportaba sobre Puerto Rico que “Los indios aunque agora se tiene gran cuidado en su buen tratamiento, se disminuyen… son de muy flaca complexión… ” En 1519, la hacienda del Toa se convirtió en un experimento, conocido como “la experiencia” para ver si los taínos tenían la “capacidad” de gobernarse, pero “... fracasó por las prácticas corruptas de sus administradores españoles…” (Sued) que estuvieron a cargo hasta 1529. Uno de estos, fue Blas de Villasante. Sobre sus abusos, Juan de Comerío, hermano de la cacica María testificó, en la Probanza de Diego Muriel efectuada en 1529:


“… Villasante siempre les hacían ir a trabajar en soyendo de día y trabajaban hasta la noche sin les dejar a medio día holgar ni venir a medio día a sus bohíos; y que siempre andaba con ellos el estanciero y otro cristiano dándoles prisa y llamándoles perros, que trabajasen y que no estuvieran holgando, y que a veces dándoles con una vara.

… se murieron muchos y se murieron de los hacer trabajar mucho; y que si alguno estaba malo le decían- anda a trabajar, que no es nada- y los hacían ir y se morían… ”


La explotación en el Toa, fue un “microcosmos de lo que ocurrió en toda la isla” (Sued). Los abusos no eran solo laborales. Del abuso sexual de las mujeres indígenas les conté antes, y del tráfico de niños encomendados, vendidos como esclavos, les contaré otro día.


Gracias a los esfuerzos de Las Casas, el 12 de julio de 1520, el rey le declaró en una carta al licenciado Antonio de la Gama, gobernador de la isla, que “después de haberlo mucho platicado e mirado, fue acordado e determinado que los dichos indios (de encomienda) son libres y por tales deben ser tenidos y tratados y se les debe dar entera libertad e que nos con buena conciencia no los podemos ni debemos encomendar a nadie.”


Las encomiendas no cesaron con la declaración del Rey, pero inició una transición. El mismo 12 de julio, el licenciado Antonio de la Gama le reportaba al Rey que tenía dos pueblos de “indios” en la isla (uno en la hacienda del Toa, y el otro por San Germán). Allí se liberaría a los indígenas quitados a los españoles. Más tarde ese año, la Corona ordenó que así se hiciera, que les hicieran labranzas de carne y pan, que les enseñaran a labrar y criar ganado. Los encomendados que pertenecían a colonos fallecidos fueron liberados y llevados a estos pueblos. En 1530, según el censo de Lando, los había más indígenas esclavizados traídos del exterior, que taínos sobrevivientes en la isla. En 1530, se prohibió la esclavización de los amerindios en todos los territorios, excepto los llamados caribes (kalinagos). Esta prohibición no se siguió en todas las colonias. Pero, en 1534, Carlos V derogó la cédula y volvió a permitir la esclavización indígena.


Papa Paulo III

En 1537, el papa Paulo III declaró que los indígenas eran “verdaderos hombres” capaces de gozar de su libertad y sus propiedades, y que excomulgaría a quienes los esclavizaran. Esto tampoco detuvo la práctica. No sería hasta el 1542, en el capítulo XXI de las Leyes Nuevas, que se prohibiría definitivamente su esclavización. En 1543 llegaron las órdenes a Puerto Rico, “que cuantos indios (de encomienda) existan vivos, en Española, San Juan y Cuba, queden tan libres como cualquier español, y se les den sacerdotes para su instrucción dejándolos holgar para que se multipliquen”. La orden agrega que “En San Juan y Española puede observarse (esta ley); ya porque hay muchos españoles que no tienen indios, ya porque hay pueblos formados de éstos a donde se recojen”


El 20 de marzo de 1544, el obispo de San Juan le reportó al rey que “Se pregonaron las Nuevas Leyes, se puso en libertad a los indios naturales de la isla… Serán chicos con grandes sesenta. Pensamos que se junten y vivan en pueblo, pero ellos gustan de vivir donde nacieron… les dejamos en toda su libertad con tal vivan cerca del poblado.” Pero, el 8 de octubre de ese año, el obispo pedía a la Corona merced para los indígenas de Su Majestad que estaban construyendo la Fortaleza y unos caminos. Además, en una carta de 1548 el obispo mencionó a los “indios” esclavos en el Convento de Santo Tomás. Es posible que fueran kalinagos o de Tierra Firme, pero no se sabe.


Lo que sí sabemos, es que esos “sesenta indios” liberados, no era toda la población indígena esclavizada o encomendada, porque el gobernador en 1550, el doctor Luis de Vallejo, reportó que “Hallé desorden en el tratamiento de estos pocos indios, que secretamente vendían por esclavos… Puse remedio obligando a los amos al buen tratamiento de vestido y comidas y salarios que han de pagarles como a cristianos libres. Total libertad no conviene, no se junten con los negros que cada día se alzan” El próximo año, el gobernador ordenó que “los indios de la isla de San Juan no sean tenidos por esclavos ni se hierren ni se sirvan de ellos sino como de libres so pena de muerte.”


Décadas antes de que aboliera la esclavitud indígena, la “solución” a los abusos propuesta por los frailes jerónimos, fue que “para que estos indios sus vasallos sean cuidados y relevados del trabajo, que se puedan traer a Indias negros bozales… de la calidad que sabemos que acá convienen… ” O sea, para evitar el abuso de unas personas, recomendaron el abuso de otras personas. Bartolomé de las Casas, en su Historia de Indias (escrita entre 1527 y 1562) expresaría su apoyo por esta recomendación. Pero él estaba entrando tarde a la conversación, porque ya desde 1509, traían a PR las primeras personas esclavizadas de España. Conocidos como “esclavos ladinos”, eran personas de ascendencia africana que estaban aculturados al modo de vida español y cristianizados. Otros eran llamados “esclavos blancos”, refiriéndose a los “moros” y “berberiscos”.


Al principio fueron empleados en el servicio doméstico pero, poco a poco, los fueron aplicando a la minería. Los ladinos hablaban español, tenían conocimientos artesanales europeos, y no tenían reparos para extraer el oro, que para los indígenas era objeto de su reverencia. La preferencia por utilizar al africano, sobre el taíno, no tenía que ver con ninguna superioridad física, ni intelectual, ni que estuvieran más predispuestos al trabajo forzado, ni nada por el estilo. Ninguna persona, de ninguna raza, nació para ser esclavizada.


En 1519, por una licencia otorgada al mayordomo mayor del rey Carlos, Lorenzo de Gorrevod, comenzaron a introducir esclavos directamente de la costa occidental de África, incluyendo todo el territorio entre Mali y Nigeria. Luego se expandiría al norte hasta Marruecos y al sur hasta Angola.


Las razones para suplementar y sustituir el esclavo indígena con el africano aquí, incluían la alta mortandad del taíno (el exterminio, por explotación laboral, malnutrición, epidemias, cacerías, etc.) y la guerra de la resistencia indígena. Además, se llevaron a muchos borincanos a la colonia perlera de Cubagua. También estaba la motivación económica. De las encomiendas y la esclavización del amerindio, España solo se beneficiaba del producto de su labor, como el oro. Pero, de la importación de esclavos africanos, se otorgaban contratos monopólicos a personas en la Península y se tenía que pagar el almojarifazgo (impuestos aduaneros en la importación y exportación de géneros).


En 1534, Asencio de Villanueva justificó la traída de esclavos diciendo que “...al fin no podemos vivir sin gente negra porque ellos son los labradores y acá ningún español se da al trabajo”. En otras palabras, “necesitaban” esclavos, porque los españoles no iban a trabajar. Este mismo argumento, se invertiría en el siglo 19 para justificar el Régimen de la Libreta, alegando que como la gente no quería trabajar, tenían que forzarlos. En el siglo 16, como los colonos eran vagos, había que conseguirles esclavos. En el siglo 19, como los puertorriqueños eran vagos, había que obligarlos a trabajar.


Había otras justificaciones más antiguas. La Biblia, por ejemplo, no condena la esclavitud. Se consideraba una institución derivada del pecado de los hombres. Santo Tomás, por su lado, consideraba que se derivaba “... de la inferioridad moral o espiritual de los esclavizados.”


Como señala Francisco Moscoso “Discutir si algunos conquistadores trataron bien a los indios (no hay duda que los hubo) y otros los trataron como bestias (como consta), resulta académico. Por donde habría que comenzar la discusión es por la conquista y colonización en sí, por el contenido social de las relaciones económicas implantadas, la dominación política y las premisas ideológicas con lo que pretendieron justificarlo.” Por supuesto que no todos los españoles que llegaron a nuestras costas eran unos monstruos, y no todos fueron dueños de personas encomendadas o esclavizadas. Pero hasta un encomendero que tratara “bien” a sus encomendados, los sometía a la labor forzada. El sistema en sí, y la mentalidad que lo propiciaba, era abusador.


En 1511 comenzó la guerra de resistencia indígena contra la Conquista, motivado en gran parte por los abusos de las encomiendas. Y ya desde 1514, se registra la primera rebelión de esclavos en Puerto Rico. A través de los siglos, estas rebeliones continuarían. Nunca las personas esclavizadas aceptaron el sistema esclavizante de manera sumisa. A los indígenas se les dio la libertad en 1542, pero no sería hasta 1873 que se aboliría la esclavitud en Puerto Rico.



 

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Referencias:


--Fernández Méndez Eugenio. Las Encomiendas y Esclavitud De Los Indios De Puerto Rico: 1508-1550 ; Dibujos De Alberto Beltrán. Ed. Univ., 1976.


-Monje Santillana, Juan Cruz. “Las Leyes De Burgos De 1512, Precedente Del Derecho Internacional y Del Reconocimiento De Los Derechos Humanos.” riubu.ubu.es/bitstream/handle/10259.1/85/Monje_Santillana.pdf.


-Moscoso, Francisco. Caguas En La Conquista española Del Siglo 16. Publicaciones Gaviota, 2016.


-Scarano, Francisco A. Puerto Rico: Cinco Siglos De Historia. McGraw-Hill, 2016.


-Sued Badillo, Jalil. La Mujer Indigena y Su Sociedad. Editorial Cultural, 2002.


-Sued Badillo, Jalil, and Angel Lopez Cantos. Puerto Rico Negro. Editorial Cultural, 2007.


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